domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Y yo que se ?: ...a cala y a cata...

¿Y yo que se ?: ...a cala y a cata...: Acabo de publicar en Amazón mi primer libro de cuentos. Como el propio título indica es una muestra de mi escritura que pretendo utiliz...

domingo, 3 de noviembre de 2013

...a cala y a cata...



Acabo de publicar en Amazón mi primer libro de cuentos.
Como el propio título indica es una muestra de mi escritura que pretendo utilizar de llave para mis próximas publicaciones.
El precio es el mínimo que me permite Amazón, y estoy buscando la manera de que podáis conseguirlo gratis.
Os muestro la portada y dejo el enlace para si queréis curiosear.

... a cala y a cata...

Un abrazo
fecarsanto

sábado, 12 de octubre de 2013

EL CASCARRABIAS

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO: EL CASCARRABIAS SOLEDAD Colgó el teléfono con nervio, enrabietado igual que un bebé privado de su chupete. Marcó una equis en el cua...

domingo, 6 de octubre de 2013

RELATOS DEL VIENTO

EL CASCARRABIAS

SOLEDAD

Colgó el teléfono con nervio, enrabietado igual que un bebé privado de su chupete. Marcó una equis en el cuadrante que preparara en alguno de los múltiples ratos de tedio. Ya le habían llamado los cinco hijos; en dos horas se concentraba la preocupación y los cuidados que le dispensaban: una llamada por cabeza y jornada, y pobre del que faltase a la cita, el abuelo le podía estar respondiendo monosílabos durante un mes.
“Y qué cojones les voy a decir. Hago lo mismo que todos los días y cada vez estoy más viejo, ¡joder, si quieren novedades que esperen a que estire la pata!” —pensó.
Con prisa se dirigió al váter. Debía de orinar y ajustarse el pañal si no quería repasarse.
—¡Manda güevos, viejo y meón!, para eso ha quedado mi orgullo. —refunfuñaba sin esperar que alguien le contestase.
Caminaba lo más aprisa que sus ajadas piernas le permitían. Ya llegaba tarde y encima tenía que entrar a comprar pan. La cotilla de la panadera le asediaba siempre con las mismas preguntas idiotas:
—¿Para qué compra usted el pan por la tarde?, ¿se hará unas sopas?
Alguna vez, el anciano había contestado mal. Él no se recriminaba nada, más bien al contrario.
“¡Coño, no me busque la boca, tía chismosa!”
Hoy no tenía tiempo de discutir con ella. La dejaría el dinero sobre el mostrador y se marcharía:
“Ni las buenas tardes doy”
Entró en el parque arrastrando los zapatos, no se apoyaba en el bastón; lo acarreaba resbalándolo tras de él, le daba confianza. Buscó su sitio, un banco de madera escondido por un sauce llorón al que colgaban las ramas hasta casi rozar el suelo. Sentándose, ajustó las gafas y oteó furtivo: un niño jugaba en un tobogán, otros, más allá, con una pelota...
¡Allí!, la Rubia y la Ceniza. Se movían con pasos cortitos, casi saltos; sin fijar la dirección. Le habían visto. Maliciosas, se acercaban. Giraban las cabecitas mostrándose, parecían querer hacerse las interesantes. El abuelo colocó sobre su pantalón el cebo; el premio que ellas esperaban. Deseaba notar el contacto, sentirse tocado... Para disimular, se inclinó hacia delante. Comenzó a seguir los dibujos de los adoquines con la punta del cayado hasta llegar a la base del árbol y presionar, como si quisiera corregir la escasa inclinación del tronco. Espiaba por encima de las gafas. Sonreía:
“Es más valiente Rosita, Juanita se queda un poco atrás”
Despacio se acercaban. Mirándole de soslayo le comprometían.
Como en cámara lenta, el anciano se recostó en el respaldo del asiento. ¡Ahora estaban cerca! Quería que vieran el regalo sobre las piernas...
Un balón botando perseguido por un crío de enormes y relucientes botas, chocó contra las ramas colgantes del sauce.
Las dos palomas huyeron. Primero con vuelo rasante y luego, tomaron altura y desaparecieron por encima de unas tapias.
El abuelo, con  gran esfuerzo se levantó, sacudió de pan las perneras y se marchó para casa rezongando a la vez que abanicaba el aire con el bastón:
—¡Mocoso babieca, le habría dado con la cachava en las corvas!

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fecarsanto 2013

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jueves, 25 de julio de 2013

¿Y yo que se ?: Santiago, llora España

¿Y yo que se ?: Santiago, llora España: Qué fácil nos asalta la muerte, qué poco miramiento y desatino. Cómo nos ensucia la mente imaginando errores y malentendidos. Viajeros de ...

Santiago, llora España

Qué fácil nos asalta la muerte, qué poco miramiento y desatino.
Cómo nos ensucia la mente imaginando errores y malentendidos.
Viajeros de esperanza, sonrisas y deseos divertidos, se estrellan contra el muro agreste de hormigón y sinsentido.
Un instante... ruedas que saltan las vías y arrancan un alarido metálico, que ahoga los últimos suspiros.
Un pueblo entero se vuelca en el consuelo, entrega sus manos, sus casas... su sangre... el día del Apóstol, como dicen en América, todos los españoles, todos, fuimos gallegos.


toda mi solidaridad con las víctimas del accidente ferroviario

domingo, 16 de junio de 2013

MI PEOR AMIGO

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO:   MI PEOR AMIGO EL CANTO DEL CISNE A solas con mi veneno, placebo inútil de sosiego, aspiro muerte y expiro vida. Observo como te ago...

domingo, 9 de junio de 2013

RELATOS DEL VIENTO

 MI PEOR AMIGO
EL CANTO DEL CISNE

A solas con mi veneno, placebo inútil de sosiego, aspiro muerte y expiro vida. Observo como te agotas y me citas en el infierno; allá estaré entre el fuego, el mismo que hoy consume tu cuerpo seco. Aire viciado que forma nubes, y yo, como en tiempos lejanos, juego a descifrar su significado. Mi mente embotada me grita por dentro:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Como vos devoré cientos; como vos: falsos compañeros de camino. Te conocí siendo yo un niño y con el juicio aún perdido, aprovechaste tu encanto; el embrujo de lo prohibido, para ingresar en mi sangre y de ahí, no te has movido. Cuando estabas en mis manos, cuando a ti yo te exhibía... eras un símbolo rebelde y una seña de mi hombría. No puedes hablar, no importa, cada vez que trago saliva escucho tu invitación constante, ya no guardás pleitesía:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Nunca me has abandonado, ni abandonarte me has consentido, siempre que creí necesitarte... tu calor estuvo conmigo. Morías en mis desvelos, mis fiestas, mis amoríos. No nos recuerdo separados, no me imagino sin besarte. Agobiado, por mil veces te dejé, pero esta razón que poseo, que agitaría la cordillera, no soporta el evocarte y que no estés entre mis dedos. Corre la puta frase por mi conciencia vencida:
“¡Compay!, vení conmigo”.
En las noches de insomnio me esperas paciente; invades mi alma, soportas mis quejas. Después, el sueño me vence... no te inquietas, aguardás que despierte, y como siempre muy cerca; para consolar los fracasos,  para acompañar los vacíos. Te oigo, o eso intuyo, porque tu voz no es de este mundo, y aún así, te entiendo:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Al levantarme de la cama, presto a comenzar un nuevo día, ¡te maldigo! Escupo tu tóxico aliento y abro paso al aire fresco… pronto vuelvo a emponzoñarlo, tu hechizo insano me gana y no soy capaz de arrojarte fuera de mis entrañas. Me ocupa tu repiqueteo, y aún que sé que es obsesión, vuelvo a echarte otra vez de menos:
“¡Compay!, vení conmigo”.
El índice y el corazón, amarillos. Dientes de color del lodo rodean la lengua mancada. Mal sentenciada la garganta avisa, no la atiendo. Presiento que chancan los bofes por los mil puchos gastados. Patentes las cicatrices, tatuado por tus estigmas; soy un avocado a la muerte en tu compañía. Con las sienes rebotando, comprendo la indicación:
“¡Compay!, vení conmigo".
¡Sos un chamuyero, pará ya de embolinar la perdiz! Ni el de antes, ni el de después. Ni el primero, ni el del café. ¡Ninguno me sabe bien! A más de soltar pesos, me empujás al ataúd.

¡Pinche amigo cabrón!, para ir al agujero, puse ya una condición: En el bolsillo de la camisa, por si me da la ansión, quiero un paquete entero, y por si acaso voy al cielo: ¡un chisquero!, en el del pantalón.

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fecarsanto 2013

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martes, 23 de abril de 2013

La Melodía de la Furgoneta

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO: LA MELODÍA DE LA FURGONETA CASTIGO RECÍPROCO Lo único que recuerdo con claridad del régimen franquista, es la muerte del dictador. ...

domingo, 14 de abril de 2013

RELATOS DEL VIENTO



LA MELODÍA DE LA FURGONETA
CASTIGO RECÍPROCO
Lo único que recuerdo con claridad del régimen franquista, es la muerte del dictador. Aquel día no tuvimos colegio. Hago este apunte para situar en el tiempo mi historia.
Mis padres no tenían eso que llaman “mano larga”, fueron contados los sopapos que nos propinaron a mis dos hermanas y a mí, bien es cierto que alguno hubo, era la época en la que una de las máximas para educar a un niño era aquello de: más vale un azote a tiempo...
Mi padre llegaba a casa todos los días sobre las tres de la tarde, aparcaba su furgoneta Renault blanca frente a la vivienda y hacía sonar el claxon intentando reproducir la musiquilla esa de:
 “una copita, de Ojén.
Para los niños, también”
Era su señal para que los tres niños saliéramos escopetados a coger las bolsas o cajas que traía en la furgoneta y meterlas en la casa. No existía excusa, cualquier asunto quedaba pospuesto. Nada era más importante que acudir raudo a la llamada. Creo que aquella melodía, fue la banda sonora de mi niñez.
El día del fallecimiento de Franco, lluvioso a más no poder, el arrabal donde vivíamos se había convertido en un mosaico de charcos y barro, por entonces las calles eran de cantos sueltos y tierra. En mi inocencia infantil, estaría entretenido con alguna mandanga, no me di cuenta de la hora y... sonó la maldita bocina como si fuera una diana militar. Sobresaltado, sin reparar en que calzaba unas zapatillas de franela a modo de chanclas, arranqué a correr tropezando y estuve a punto de estampar mi cabeza contra la puerta de la calle, recién abierta por mis más previsoras hermanas.
Agachado, vi llegar a mi madre, casi con cara de delincuente y dispuesta a despabilarme.
—Pero cacho meita, no ves que ha jarreao y está todo lleno charcos... ¡ponte las botas, coña!
Al tiempo que me gritaba, me lanzó una guantazo que esquivé como pude. Su mano resbaló sobre los pelos de mi coronilla e impactó contra el macizo marco de la puerta. Ahora sus gritos eran de dolor. Me escabullí, y con la mayor urgencia me calce.
Llegué a la furgoneta ya descargada por mis hermanas. Mi padre traía bajo el brazo el periódico. Me acerqué despacio, iba a tratar de darle explicaciones de lo ocurrido. La mano de mi padre abanicando al aire me puso en guardia.
—¡Ven acá, cancín! ¿Qué hacías, pensar en las musarañas?
Giré para escapar y él alargó su brazo para propinarme una azotaina que llegó raspada a mi trasero. El escorzo por sacudirme le hizo resbalar y caer cual largo era.
El resto de aquel día lo pasé amohinado y simulando sollozos. Mis padres, pasaron del enojo, al dolor, y al final, a la risa... cada uno, respectivamente, con su dedo meñique escayolado.
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domingo, 7 de abril de 2013

LA DOLOROSA

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO:   LA DOLOROSA LA PROCESIÓN DEL  DESCREÍDO Campanas que suenan a muerto reciben al viajero. Medina del Campo se recoge en su plaza, a l...

jueves, 4 de abril de 2013

RELATOS DEL VIENTO


 LA DOLOROSA
LA PROCESIÓN DEL DESCREÍDO
Campanas que suenan a muerto reciben al viajero. Medina del Campo se recoge en su plaza, a los pies de la iglesia Colegiata.
La tarde agoniza aplastada por la noche oscura. El sol, exhausto, esconde su vergüenza en el horizonte marchito, sus rayos dejan un rastro morado nazareno salpicado de amenazantes y rojos brillos. Toma el testigo la luna para ser ella quien alumbre el final de la aciaga jornada. El Castillo de la Mota, adusto vigilante de los siglos, refugiado entre sombras, rinde homenaje al sepelio.
La Virgen, con paciencia infinita, está en la puerta de la iglesia. Su figura labrada a golpe de gubia por el hábil imaginero, espera el recorrido anual por las calles de su pueblo.
Perpetua Alcaldesa la llama Medina entera, las gentes se reconfortan en su dolor con mil promesas y al terminar la procesión, arreglados de domingo, ocupan bares, demandan vino, limonada, torrijas y dulces ciegas; porque hoy... también es fiesta.
Afligida pero bella, la imagen de la Virgen de madera, bajo la cruz continúa en su eterna pena. Precioso ornato la viste, superfluo y banal regalo de pecadores interesados, aunque, por qué no decirlo, la mayoría fueron y aún son; humildes dadivas de corazones heridos en busca de consuelo, de gracia o... arrepentidos. La colman de flores y fortuna y si por Ella fuera, no lo hubiera consentido, le habría servido un pañuelo, plena sería con un suspiro.
Cerca de cinco siglos tienen los maderos tallados, tanta fe puso en ello el artesano, que cuando concluyó evitó firmarlo, pues creyó su mano guiada por ángeles al ver la majestad de lo allí representado. Aquello para él era divino y no lo ensuciaría con ningún símbolo humano. Yo miro a La Dolorosa, veo su carita apenada y creo que el autor se equivocó, lo que allí se muestra es dolor, esperanza y amor, y eso lo sienten las personas, tal vez, puede ser, enseñado por un dios.
El Paso, abandona el atrio de la iglesia y enfila al gentío. Cientos de almas lo aguardan. La noche es fría, como siempre en Semana Santa.
La primavera castellana se envuelve en un clima destemplado y se dice ya desde antaño, que cuando mueven los santos revuelven el tiempo. Algo de razón tienen los naturales, porque aquí no se recuerda procesión sin ponerse abrigo.
La muchedumbre se separa, deja una senda en medio para que transite la comitiva. En pie, atisban la imagen cuando se aproxima.
Un confuso murmullo se eleva desde la plaza como una nube sonora que explota y después... calla, al son del primer acorde de corneta.
Se hace un silencio que pesa, que aploma cualquier susurro, que enmarca el triste ritmo de un atabal plañidero, el cual, con su armonía, realza más el profundo silencio. Las gentes se apiñan y forman muralla, así se protegen del gélido viento que los traspasa.
Aire que aparenta mármol de cementerio; suave y frío, tétrico y sereno. Los redobles se convierten en latidos de este templo a la intemperie, se acomodan al pulso de la gente y hasta el respirar se hace quedo..., y el pisar de pies descalzos, se escucha como en un eco.
La Virgen, escoltada, avanza al son del tambor, las luces de los escaparates se humillan ante el resplandor del fuego de los hachones. Protegen el Paso decenas de cofrades, cubiertos sus hombros con capas charras, detrás; oferentes, personas en penitencia, y figurones —que también los hay—, alumbran con velas, arrullan con plegarias este velatorio ambulante.
El público, a medida que la procesión se acerca, observa a La Dolorosa. Quizás por el baile de luz que produce el fuego, los ojos de la imagen simulan mirar a todos y cada uno de ellos. Cada alma de las reunidas lo siente de una manera, pero nadie es ajeno al mágico contexto.
 Algunos mueven los labios en una oración solo escuchada por ellos, ven a la Madre de todos, la sienten y la adoran. Otros, alaban la ilustre talla, celebran disfrutar del arte en plena calle.
Lágrimas petrificadas que parecen vivas brillan en la cara de la Señora, invitan al recogimiento o a la reflexión: la imagen es de la Virgen con el Cristo yaciente, la estampa es la de un hijo muerto en el regazo de una madre impotente.
La procesión termina cuando da la vuelta entera a la gran plaza, catedral por un día de sentimiento y respeto, del creyente y del escéptico. Un redoble cierra el errante círculo como hace quinientos años, antes del regreso a su capilla, los congregantes encaran a La Dolorosa frente a su pueblo y todos cantan la Salve.
Igual que casi todos los hombres, por miedo o por egoísmo, me he creado mi propio dios, muy distinto al que me enseñaron. Sé que todo lo narrado es folclore, sé que es pura tradición, pero el ambiente es sagrado, inexplicable desde la razón. Guardan el Paso en la iglesia y, qué extraño, ¡parece que Ella me mira! Sigo siendo un descreído pero este rezo que noto por dentro, que ocupa mis pensamientos; no necesita mis labios, y mis oídos, tampoco. 

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fecarsanto 2013

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domingo, 24 de marzo de 2013

RESUMEN DE CUENTOS PUBLICADOS

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO: INDICE PROTEGIDOS GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. http://fecarsanto.blogspot.com/2011/11/relatos-del-viento.html EL PARADO CRISIS EC...

jueves, 7 de marzo de 2013

El viento de la Guareña

¿Y yo que se ?: relatos del viento: EL VIENTO DE LA GUAREÑA SOLUCIONES POLÍTICAS El cotizado presentador de televisión,  especialista en manejar las entrevistas de tal fo...

domingo, 3 de marzo de 2013

relatos del viento


EL VIENTO DE LA GUAREÑA
SOLUCIONES POLÍTICAS
El cotizado presentador de televisión,  especialista en manejar las entrevistas de tal forma que sus interpelados sacaran todo lo bueno y lo malo que llevaban dentro, había concertado a modo de encuentro previo, una comida distendida con los dos protagonistas más solicitados del momento. Igual que hacía otras veces; los llevaría a su pueblo, y en el bar de su cuñado, después de un cocido entre maragato y madrileño que según él mismo, su hermana preparaba como nadie, tomarían un café y unas copas para desatar las lenguas. Así, de cara al debate televisado, advertiría “de qué pie cojeaba” cada uno.
 Para él, era otra muesca más en su larga serie de exclusivas impensables. Enfrentar a los dos posibles futuros amos de los próximos gobiernos antes que nadie, era un buen tanto para su prestigio. En cuanto a cualquiera de ellos, suponía, de salir ganador en la confrontación con su antagonista, el espaldarazo definitivo para alcanzar el éxito en sus ya meteóricas carreras políticas, no en vano, el programa de Ernesto Agudo, triplicaba en audiencia a cualquier espacio que pretendiera hacerle sombra.
●●●
No fueron ni mucho menos a un restaurante de boato, la reunión tuvo lugar en una tasca de pueblo para salvaguardar, según expresó Agudo, la intimidad y el secreto ante otros periodistas, siempre a la caza de noticias trabajadas por ajenos.  En un cuarto adosado al bar, separadas las estancias por una cortina de tela gris, sobre una camilla humeaban los cafés de los tres reunidos. Bonifacio Diestro y Benedicto Zurdo, que así se llamaban los invitados, confirmaron las excelencias culinarias que les había adelantado su anfitrión y celebraron la buena elección de este, no solo por la comida, también por la privacidad que los había dejado mostrarse tal y como eran, sin ningún tipo de corsé mediático.
Tras ellos, una mesa pequeña con encimera de mármol rodeada por cuatro sillas de metal y fornica, aparecía bajo la luz de una ventana. Encima de ella, una baraja y un tapete verde.
La cortina se abrió y entró un hombre ya mayor, tenía la boina embutida en exceso, lo que obligaba a su pelo blanco a remontarse en graciosos crespos. Unas gafas redondas, cuya montura de metal ya amarillento señalaban su antigüedad, le alegraba las facciones regordetas y sonrosadas. Sin preocuparse en mirar siquiera a los ocupantes, saludó y fue derecho a sentarse frente a la ventana.
―¡Güenas tardes los de Dios! —como si fuera una necesidad perentoria, observó con atención las nubes tras el cristal y sentenció. Vié el aire de la Guareña, ¡qué jodío! Se va´priparar ¡anda que se pripara!
El cuñado, propietario ya la vez camarero de la taberna, asomó tras del vejete y con cariño le dijo.
―Pacuco, ya te tengo servida la palomita ahí fuera, señaló a los de la camilla, hoy tengo la sala ocupada con estos clientes, ven conmigo que va ha deshacerse el hielo y se te va aguar el anís.  ¿Te llevo las cartas para que te entretengas?
Pacuco miraba fijo al cielo y parecía que la conversación no iba con él. El camarero, algo avergonzado se acercó a los otros ocupantes, movió en circulitos su dedo índice sobre su propia sien para que entendieran el problema del abuelo.
—No te preocupes cuñado, ya le conozco de otras veces —con un guiño de ojo, Ernesto, dio a entender que se hacía el cargo—. Déjale con sus manías al tío Pacuco, se le ve un poco majara pero no es mala gente. Pon la palomita en mi cuenta que a nosotros no nos importa que se quede ahí sentado.
Ajeno a la conversación, Pacuco, ladeaba lentamente su cabeza y con gran pesar murmuraba.
—Por ahora son cuatro gotas, pero... ¡ya verás ya! —alzó su mano como si fuera un orador en un púlpito—. Lo que trai el viento la Guareña nunca es güeno. Si lo sabré yo.
El periodista hizo caso omiso del comentario y comenzó a departir con sus contertulios.
—A mí, me gustaría que mañana delante de la cámara, os mostraseis como aquí: relajados, frescos y directos, siempre con vuestro interés por bandera, vuestros ideales y a ser posible; deis soluciones.
Los dos hombres notaron que la parte seria del encuentro comenzaba, mecánicamente mutaron su pose y se trasformaron en correctos hombres de estado, con cultivados tic y ensayados gestos.
Zurdo, vestía un jersey granate de lana con cuello alto, vaqueros de marca cara lavados a la piedra, que le daban un aspecto más cercano, todo ello, conjuntado con unos zapatos deportivos de última moda.
—Si, es importante que un medio como el tuyo de voz al pueblo. —Benedicto pretendía dejar claro que él, era esa voz—. Todas las soluciones que nos planteemos no pueden pasar por encima de los derechos adquiridos por los trabajadores después de tantos años de lucha y sacrificios. Debemos concienciar a los entes sociales para que en un esfuerzo supremo, regulen los flujos económicos para que lleguen a todos y cada uno de nuestros ciudadanos.
La callada quiso ocupar el lugar tras esta perorata mas fue rota por la vocecita del anciano en un soliloquio eterno.
—Miálas nubes, corren pal Simplón achuchás pol biruji la Guareña ¡bien que nos va a joder, bien! —Nadie parecía oírle, aunque él seguía con su retahíla.
Bonifacio Diestro, mostraba elegancia hasta en el pañuelo que asomaba por el bolsillo de la americana. El atuendo se notaba hecho a medida, seguro que junto con los pantalones, el diseño sería de uno de los mejores modistos de la capital. Mostró un rictus de desacuerdo con lo planteado por su opositor y quiso aclarar con un tono firme pero modulado:
—Todas esas consignas están muy bien. Nadie duda que el poder emana del pueblo, lo ejercita siempre que acude a las urnas a elegir a sus representantes. —se acomodó en la silla y habló directamente al presentador—. Son ellos, los electos, los que deben resolver los problemas y no ampararse en los votos conseguidos. Hay que procurar que todas las castas sociales afronten el reto como propio, y así, encauzar los vaivenes coyunturales según demanden las heterogéneas circunstancias, para que la riqueza alcance a los diferentes estratos de la población.
—Estoy de acuerdo con los dos —matizó Agudo—, pero me gustaría saber, en un idioma más común: ¿dónde está la diferencia entre ustedes?
La pregunta los pilló desprevenidos. Se hizo un silencio de ánima. Ninguno tenía preparada la respuesta. El abuelillo se levantó de pronto e hizo caer una silla con estrépito. Los otros tres hombres botaron en sus respectivos sitios.
—¡Ya sarmó! Tié cojones que yo lo viá venir —señalaba la ventana por donde se veía la ventisca cargada de lluvia—. ¡Pos no he dicho quera viento la Guareña!
—Tranquilo, Pacuco —dijo Ernesto, todavía asustado por el ruido del asiento al dar contra el suelo—. ¿Qué es eso de la Guareña que te tiene tan preocupado?
El viejo indicó con su brazo izquierdo un punto del espacio y con el derecho el contrario, y muy enfadado, contestó.
—¡Dallá vié el viento la Guareña y dacá, el del Simplón! Cuando bufa desde la Guareña me desmonta toas las tejas del cobertizo y me las tira deste lao.
—¿Y cuándo sopla desde el Simplón, es más suave? —volvió a preguntar Ernesto.
—Paece lerdo, ¡pos qué más da!
El periodista, atónito, no acertaba a comprender.
—No veo la diferencia, señor Pacuco...
—Posque si vié la ventisca del Simplón, me escojona las tejas pal otro lao, coña. ¡No ves cal fin y al cabo, to es aire!


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domingo, 13 de enero de 2013

EL BORRACHO

¿Y yo que se ?: RELATOS DEL VIENTO: EL BORRACHO  SUICIDIO RETARDADO Arrastra la pierna derecha como protección y señuelo. Imita una minusvalía para apelar a la piedad...

jueves, 10 de enero de 2013

RELATOS DEL VIENTO


EL BORRACHO
 SUICIDIO RETARDADO

Arrastra la pierna derecha como protección y señuelo. Imita una minusvalía para apelar a la piedad de los transeúntes con los que se cruza. Evita en lo posible, los insultos de aquellos a los que pide alguna moneda para beber. No es que se avergüence de lo que parece, él sabe mejor que nadie en lo que se ha convertido y aunque no deliberado, tampoco quiere evitar su destino, es fácil y seguro dejarse ir. Hubo un tiempo en el que combatió, creyó tener un estímulo pero se lo dejó arrebatar, no era estibador de responsabilidades, no había nacido para ello. Las personas se dividen en cargadores y cagadores y desde hacía algún tiempo; a menudo, se iba por la “pata abajo”.
  Nunca amenaza, se acerca con toda la educación que le permite su estado y demanda siempre por favor, algún dinero para emborracharse.
—Si señora, ha atinado usted bien —contesta a una mujer que con desdén le recrimina su estado— Estoy como una cuba, soy un borracho crónico, un dipsómano de convicción ¡jodete que no me has entendido! Cada uno se quita la vida como se le pone entre los cojones ¡tía boba!
Las caradas y los improperios se los dedica a quienes lo insultan o reprochan su poca ética.
—¡Qué jeta tienes amigo! —lo increpan.
—Hay que tener morro, mira como va y todavía quiere más —lo juzgan.
—Déjalo ya por hoy machote, te has pimplado por lo menos tres majuelos —lo aconsejan.
Siempre contesta de malas maneras a los graciosos y a los “enteraos”. La preocupación de ellos se limita a que no los estorbe, a que no los moleste. Ninguno se para a razonar motivos o buscar el inicio de esta: su cuenta atrás. Tampoco él daría explicaciones.
“¡Coño, pasa de mí! Sigue tu camino como si yo no existiera ¿pues no ves que ni me tengo en pie, ni quiero? Y si me das algo, ya sabes lo que persigo ¡no me des la brasa, colega! ¿Acaso pretendes que invierta tu puta moneda en bolsa? ”
Ese pensamiento ocupa su mente cuando va de un cliente a otro; así es como él los llama. A los peatones que no le dirigen ni la mirada los ignora e incluso lo agradece, se siente feliz cuando él hace lo mismo que los demás.
“Al fin y al cabo la gente entra en las tiendas; miran, comparan... unos compran y otros no. Yo soy el artículo, y no debo ser tan malo porqué con algunos cuelo y aflojan la mosca”
Esta reflexión, a veces sin darse cuenta, se le escapa en voz alta.
Busca por enésima vez el cartón de vino en la sucia bolsa de deporte que hace las veces de despensa, un trago largo del mal vino baja por su gaznate. Alza la mirada al cielo y su cuerpo se desploma en la acera. Con los ojos muy abiertos observa como los viandantes evitan pisarlo, se apartan de su cuerpo con gestos de asco.
“Con las trazas que llevo no me extraña que  repela, llevo más mierda que el palo de un gallinero y debo de oler igual que una cloaca en pleno verano”. Piensa mientras su cara marca una mueca entre medias del dolor y la risa.
Un hombre, ensimismado en sus preocupaciones, no advierte el obstáculo del cuerpo tirado. Tropieza contra sus costillas, lo hace daño pero de su boca no logra escapar ningún quejido. Pegado a su lengua muere el último improperio.
“¡Gilipollas, mira por donde vas!”
Reflejos luminosos, rojos y naranjas. Una sirena machacona invade la calle. Humanos uniformados estrechan el cerco sobre la mugre en la que él ha convertido su cadáver.
Hay que retirarlo, hay que dejar limpias las aceras. 

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