jueves, 24 de marzo de 2011

los nudos del hambre


MULTIPLICADOR DE ECOS
FRAGMENTO XX

 El inmenso comedor de la casona albergaría la primera comida en común después del rifirrafe acaecido entre Stanley y Abul.
El Mulá había dispuesto dar instrucciones a Gamal en la comida, adelantando la hora de esta, aún no habían llegado Fausta ni Omar, por tanto, los comensales que primero disfrutaron de la excelente mano que tenía Fátima para la cocina, fueron menos de los pensados.
León, sentado detrás de unas humeantes sopas de ajo, mantenía un silencio expectante, a su lado Gamal, cuyo cerebro no dejaba de relacionar todo lo que veía, oía, incluso comía, con el pasado. Mirando el contenido de su plato reconocía un mínimo parentesco con aquellas sopas de ajo tomadas en otra época en el Campo pero ¡joder! Cualquier parecido era pura coincidencia, las dos llevaban agua, ajos y pan, este elemento, antaño bastante mas escaso, pero sin entrar en la diferencia de calidad y cantidad, ahora el consomé rezumaba aceite de oliva virgen, entre las rebanadas de pan blanco asomaban tacos de buen jamón serrano, flotaba en el caldo hilos de huevo escalfado, pudiendo adivinarse el tono amarillo de la yema en el centro de cada ración y en honor a la gula, salpicando la vianda, descubría tropezones de pan frito y torreznillos.
El golpe producido por la puerta al encajar el cierre sacó de su embelesamiento a Gamal, primero Stanley seguido por Abul, penetraron en el comedor ocupando respectivamente un sitio en la mesa.
El silencio y el recelo se palpaban, mas el Mulá manejaba estas situaciones mejor que nadie, no hizo ninguna mención a lo acontecido, ni en absoluto, demostración de contrariedad alguna, tomó la palabra y rompió el hielo.
-     ¡Vaya sopa! Creo que estaréis de acuerdo conmigo que Fátima, como cocinera, supera a nuestra Fausta ampliamente ¡menos mal que no me oye! Disfrutad de su aroma y textura pero, no os llenéis del todo, tengo idea que de segundo hay un lechazo cocinado con receta medio mora medio castellana ¡para comer hasta decir basta!
 Miró a cada uno de sus acompañantes y les escrutó.
- ¿Habéis descansado?- sin dar tiempo a contestación alguna prosiguió.- Eso espero, nos va a hacer falta.
La comida transcurría en una atmósfera enrarecida, todos dieron por sentado que el Mulá no tocaría el tema Stanley, pero ninguno de ellos acertaba con alguna cuestión que hilara un dialogo, por tanto, los comentarios eran parcos y referentes al exquisito menú casero que estaban tomando, solamente Stanley, o Alfred, no insertó ninguna lisonja durante toda la comida, se limitó a ingerir alimentos regándoles abundantemente, eso si, con el excelente vino de Rueda.
Al servir los cafés, León se dirigió al Mulá buscando un pretexto para abandonar el comedor.
- Perdón, si no hago falta, me gustaría dar un garbeo por la parte trasera de la casa ¿Le importa?
- Puedes salir.- contestó Abul.- Pero hazte acompañar por alguien, todos los senderos que vas ha encontrar son de tierra y prácticamente iguales.
- No voy a alejarme mucho pero si, iré acompañado.- Aseveró León.
- Tu también deberías ir a tu habitación.- El Mulá ahora se refería a Stanley.- yo de ti, encendería la televisión y comprobaría donde está el poder.
A regañadientes el nuevo pariente de Abul abandonó el comedor, le hubiera gustado ser testigo de la conversación que allí se iba a llevar a cabo, pero desde luego, no estaban las cosas como para llevar la contraria al Mulá.
Gamal quedó frente a su guía, Abul el Mulá. Este le observo primero desde su asiento, luego lentamente se levantó y colocándose a su espalda preguntó.
- ¿Verdad que la comida de hoy no es justa?
La mano del Mulá se apoyaba en el hombro de Gamal, la entonación era suave, como si quisiera disculparse de alguna falta.
- Es un verdadero pecado que disfrutemos hasta hartarnos de comer.- continuó con el mismo soniquete lastimero.- ¡Nosotros! ¿Quién le conoce mejor que nosotros? ¿Quién puede hablar de él mejor que nosotros? ¿Es que acaso no somos nosotros la cara del hambre? ¿Con qué derecho podemos inflar nuestras barrigas conociendo la inanición del mundo de primera mano?
El Mulá calló y cerró sus ojos como alguien dispuesto a orar, dejó que el silencio transportara sus reflexiones, primero al cerebro de Gamal y después, por el caudal de las emociones, se instalaran en la garganta del corazón.
Las interrogantes lanzadas al aire sin esperanza en la respuesta, los reproches vanos a los corazones sordos, la egoísta regañina al opaco y cínico alma propio...
Conseguían crear el ambiente de culpabilidad necesario para solicitar una penitencia.
Gamal masticaba una recién creada necesidad de arrepentimiento.
Él, hoy, no pasaba necesidad ni calamidades, sin embargo, no había reparado en los millones de personas que vivían, si es que eso era vivir, con ruidos crónicos en sus tripas, con el sonido continuo de sus intestinos exprimiéndose buscando un ápice de sustancia ajena a ellos, tenía que haber sido el Mulá quien se lo recordara, quien, a pesar de todo lo que llegara a pensarse sobre él, siempre tenía en mente a los desfavorecidos.
Abul entornó los ojos, ahora si iba a dirigirse directamente a su creación, ¡al líder de la chusma!, sopesó los tiempos y calculó el efecto de sus palabras.
Estaba totalmente seguro de tener a Gamal reo de sus sentimientos y prisionero de sus recuerdos.
- Observa el trabajo de muchos creyentes anónimos de la Obra, Ismail ya ha comenzado a devolver lo que se le entregó, y como él, cientos de soldados del amor ocupan hoy las calles y plazas, ahora, te toca pagar a ti.
Como por orden divina, el televisor comenzó a explicar las oscuras palabras del Mulá.
- ¡Buenas tardes!
La voz engatusadora del prohombre Ismail llenó el comedor, se la notaba cansada y triste pero, a la vez, la voz atraía la atención sobre el galán convertido en gladiador, luchando en la arena de las ondas para que todas las miradas de la audiencia se centrasen en su programa.
¡Y no podía haberlo hecho mejor! Desde las ocho de la tarde del día anterior, sin cortes ni interrupciones, estaba conduciendo el “reality show” jamás soñado por nadie ¿El recinto? ¡Un país! ¿Los concursantes? ¡Millones de personas!



- Llevamos veinte horas de transmisión.- continuo Ismail.- Todos ustedes están siendo testigos de algo difícil de explicar, les estamos ofreciendo entrevistas, a pie de calle, con los protagonistas de unos hechos que, al menos yo lo creo así, van a cambiar la faz de la historia. Cuando ayer nos propusimos hacer un seguimiento tan exigente a lo que estaba ocurriendo, muchos medios análogos nos tacharon de alarmistas, hoy, todos los medios audiovisuales se están haciendo eco de la noticia, absolutamente todos los canales de comunicación están prestando la atención que a nosotros nos pareció que requería desde el primer momento, por eso nos sentimos orgullosos de haber sido los primeros en presentir que en las plazas de España se está fraguando una pagina de la historia que no dejará indiferente a nadie.
Al mismo tiempo que se escuchaba la candorosa dicción del apuesto árabe prefabricado, las imágenes iban y venían de la Plaza Mayor de Madrid a la de la Generalitat de Barcelona, pasando por la del Obradoiro de Santiago de Compostela o por cualquiera de las infinitas plazas españolas.
Ismail, permitía silencios pactados con las imágenes, aprovechando la tensión generada por estas para solicitar la complicidad de una audiencia deseosa de no ser la culpable de lo que veía, dispuesta a colaborar de la manera que el conductor del programa les exigía, claro que Ismail sabía como hacer sentirse héroe a la audiencia por el simple hecho de colaborar con llamadas de teléfono, mensajes de texto o simplemente por divulgar la noticia y no abandonar el canal que les proporcionaba la carnaza.
- Estamos trabajando para tener mas testimonios como los que anoche pudieron ver.- Ismail continuaba ahora, apelando a la curiosidad de las miserias ajenas.- Muestras de la precariedad en la que viven algunos seres humanos en este mundo, como la que nos dejó Mohamed, el pequeño argelino de nueve años que vive con su hermana y otras dieciséis personas en una chabola de Almería, pruebas del chantaje al que son sometidas jóvenes rumanas, algunas como Camelia, poco mas que una adolescente, teniendo que prostituirse para pagar una deuda de sus padres que en lugar de menguar, cada vez se hace mas grande, en fin, testimonios en directo de todos los rincones de España que nos explican lo que está pasando, o al menos nosotros creemos que algo tiene que ver.
- Ismail, el recrudecimiento en los asaltos por parte de inmigrantes a la frontera de Ceuta y Melilla, los continuos intentos de evasión protagonizados por los cientos de ciudadanos centroeuropeos retenidos en los Pirineos, las fugas en masa llevadas a cabo en Canarias por los ilegales llegados en cayucos ¿Tu crees que en todo esto puede existir algún tipo de vínculo?
La guapa colaboradora del programa, exponía a quien quisiese escucharla, una retahíla de dificultades que ya existían antes, ¡si, estos asuntos ya eran conocidos! Pero de pronto, el matiz adquirido por estas cuestiones hizo que brotaran a la luz con más fuerza que nunca, amen de la reciente explosión del problema multiplicado por mil.
La presentadora recalcaba estos datos para poner “a huevo”, vulgarmente dicho, la respuesta de Ismail.
- No solo lo creo, estoy totalmente convencido de ello.- Ismail se mostraba tajante y contundente en partes iguales.- Pero no solo esto está ocurriendo aquí, lo mismo e incluso en mayor grado acontece en todo el mundo que hemos dado en llamar civilizado, por eso sigo manteniendo que los sucesos de los que estamos siendo testigos no son mas que la espoleta de una bomba de relojería que ha iniciado su cuenta atrás. Hoy es España, mañana…

Las cámaras de televisión situadas estratégicamente en muchos puntos de las plazas más representativas, grababan continuamente lo que pasaba, enviaban las imágenes a la central donde escrutaban con ojo clínico las escenas más impactantes para emitirlas, pasando del directo al diferido según conveniencia.
El canal había anunciado la compra y emisión de videos captados sobre el asunto en cualquier lugar del país, siempre que mostraran algo de interés, lo cual, había abierto la veda a miles de profesionales y aficionados que cámara en ristre vigilaban y captaban hasta el mas mínimo estornudo registrado en las protestas.
Las instantáneas se sucedían en la pantalla buscando que el espectador se fuera familiarizando con algunos de los manifestantes, ocasionalmente eran entrevistados, seguidos durante varias horas, para buscar luego un resumen de lo sobrevenido suficientemente atractivo, las secuencias mostradas buscaban el cariño hacia el personaje tocando la fibra de los televidentes.
A medida que pasaban las horas era más sencillo encontrar imágenes impactantes, por basarnos en un ejemplo, los encuadres generales obtenidos en la plaza de la capital mostraban una total ocupación de esta por una marabunta de personas, esta imagen epataba al espectador, para luego conquistarlo con la estampa de la miseria en singular de algún sujeto inmerso en ese panal, datar su historia, a cual más cruel, e inducirle al morbo de volver a ver su cara dentro de unas horas.
  Ya no formaban un conglomerado de gente, sino que representaban una única masa con movimientos lentos y espasmódicos, al mismo tiempo, todos y cada uno de los que allí se encontraban movían inconscientemente, apenas unos milímetros, arrastrando los talones, girando de manera irrisoria, casi buscando en el leve movimiento acompasado el equilibrio que los mantuviera en pie, consiguiendo con esto, una forma de expansión de la mancha humana solo frenada por las barreras físicas, ya que donde las fuerzas de seguridad intentaban por medio de un cordón policial, impedir la acumulación de mas personas en el núcleo de la plaza, se había producido una fusión, una amalgama formada por los manifestantes del interior y los de las calles adyacentes, quietos estos también, pero adosados a los policías.
 Los empleados del canal que estaban atrapados entre la muchedumbre eran los encargados de enviar planos cortos y entrevistas con las singulares historias que estaban llenando el programa.
La voz de Ismail entró de nuevo por encima de las imágenes.
- Ruego en el nombre de la cadena y en el mío propio, sepan perdonar la crudeza de algunas de las imágenes que estamos viendo, al mismo tiempo esperamos que ustedes comprendan que a pesar de nuestros intentos por no emitir escenas de mal gusto o que pudieran herir sensibilidades, lo que estamos viendo es la vida, mejor dicho, ¡la lucha por una vida digna!
La pequeña pantalla, ahora, llevaba a los millones de hogares conectados, la instantánea de una madre y su bebé transportados en angarillas por miembros de la Cruz Roja.
El gran ojo mediático iluminaba a una mujer, casi niña, de tez morena aferrada a un niño pequeño.
No escapaba a la imagen, los gestos de dolor y congoja del infante alargando sus bracitos hacia su madre, ni las trágicas manos de ella, descolgadas, yacentes, sin fuerzas más que para depositarlas sobre su supuesto hijo. 


Sobre esta imagen, de nuevo la palabra emocionada a la vez que melosa y magnética de Ismail.
- Observen como los cientos de personas apilados ahí, ¡no se como! Pero miren la forma de apretujarse ¡aún más! Para que los miembros de la Cruz Roja puedan trasladar a esa madre ¡Oh Dios, es apenas una cría! Incluso suben ellos mismos por encima de sus cabezas la camilla que transporta a la joven con su hijo, parece que ella lleva sujeto perfectamente a su bebé. Esperamos de verdad que todo quede en el susto.
 La pantalla del televisor de cada casa pasó en estos momentos a encuadrar el estudio, allí varias personas se afanaban sobre papeles, monitores de ordenador, teléfonos...
El zoom centró los ojos de Ismail, abriéndose hasta conseguir enmarcar las facciones perfectas de su rostro, él dirigiéndose a su público, suplicó una cita para después, rogó la fidelidad para su programa y volvió a enamorar a su audiencia.
- Siento todos mis órganos encogidos, y creo que los vuestros, queridas amigas y amigos, también han de estar acongojados. He pedido a mis compañeros, que hagan lo humano y lo divino, para tener a esa madre en el estudio cuanto antes. Nuestro programa ha recaudado ya, gracias a la solidaridad de todos ustedes, naturalmente, mas de un millón euros para ayudar a todas estas personas ¡No a todas! lógicamente no podemos, eso es tarea de los gobiernos ¡Ojo! Hablo en plural, gobiernos del mundo. Vosotros y nosotros nos conformamos con hacer la vida un poco más fácil a estas personas en singular, las pocas que van apareciendo en este, vuestro programa ¡a lo mejor están teniendo la suerte de aparecer en esta cadena! Es triste llamar a esto suerte...
De nuevo silencio... mientras, en la pantalla, parpadeando el número de teléfono de las donaciones.
- No se pierdan ni un segundo del programa, estarían perdiéndolo de la vida de ellos y quien sabe, quizás... de la suya propia.
 Ahora sí, la televisión concedió su tiempo a la publicidad.
fragmento XX
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