jueves, 12 de julio de 2012

RELATOS DEL VIENTO

LIBIA
 DOLOR DE MIL CONCIENCIAS

La lluvia empapaba la camisa blanca de la niña, ajustando el peso del agua la tela sobre su cuerpo naciente.
 Huía sin saber si la dirección era la correcta, escapaba del holocausto de fuego y pólvora provocado por las bombas, encaminándose hacia otro laboratorio del sacrificio.
 Dirigiéndose a la zona que llamaban de la esperanza, ¡esperanza! ¿Esperanza en qué?  ¿Anhelo de quien?
La  cara confundía gotas de lágrimas y lluvia, el alma equivocaba miedo y odio.
¿Dónde estaba su familia?
¿Sus hermanos?
La última mirada que vio fue la de su madre:
−¡Cuida del pequeño! ¡Cuida del pequeño!
Escuchó estas palabras a voces, mezcladas con gritos de dolor, fundidas miles de peticiones, millones de súplicas y socorros, más aún, no estaba segura si era la voz de su madre o simplemente imaginaba que lo era.
Lloraba, estaba sola, perdida y su conciencia la demandada cuidados para otros, cuidados para los cientos de pares de ojos como los de su pequeño hermano, como los de su madre, como los de cualquiera de aquellos que huían a su alrededor…
−¡Ayúdanos!
Parecía oír, creía escuchar los gritos sordos de todos ellos.
Frente a ella, como una quimera, vio a su hermano, el grande.
La boca acomodó algo parecido a una sonrisa:
“Estaba a salvo, él sabría que hacer, por algo era el mayor ¡ya tenía trece añazos!”
Corrió a su encuentro, ambos se abrazaron y lloraron.
−¡Vamos!. −dijo el hermano.

−¿Adónde?  −contestó la niña.
−¿Tienes tú alguna preferencia? ¡Corre! Dame la mano y aléjate del fuego. Vamos donde nos dejen vivir…
−¿Por qué nos disparan?
−No es a nosotros, se disparan entre ellos.−el crío repitió lo que oyó a otros antes.−
−¡Y como son tan tontos! No ven que nos están matando a nosotros.
Replicó la niña sin comprender
−¡Qué no, qué no! Te confundes ¿No ves que nos están protegiendo?

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fecarsanto 2012
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