MI PEOR AMIGO
EL CANTO DEL CISNE
A solas con mi veneno, placebo inútil de
sosiego, aspiro muerte y expiro vida. Observo como te agotas y me citas en el
infierno; allá estaré entre el fuego, el mismo que hoy consume tu cuerpo seco.
Aire viciado que forma nubes, y yo, como en tiempos lejanos, juego a descifrar
su significado. Mi mente embotada me grita por dentro:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Como vos devoré cientos; como vos: falsos
compañeros de camino. Te conocí siendo yo un niño y con el juicio aún perdido,
aprovechaste tu encanto; el embrujo de lo prohibido, para ingresar en mi sangre
y de ahí, no te has movido. Cuando estabas en mis manos, cuando a ti yo te
exhibía... eras un símbolo rebelde y una seña de mi hombría. No puedes hablar,
no importa, cada vez que trago saliva escucho tu invitación constante, ya no
guardás pleitesía:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Nunca me has abandonado, ni abandonarte me
has consentido, siempre que creí necesitarte... tu calor estuvo conmigo. Morías
en mis desvelos, mis fiestas, mis amoríos. No nos recuerdo separados, no me
imagino sin besarte. Agobiado, por mil veces te dejé, pero esta razón que
poseo, que agitaría la cordillera, no soporta el evocarte y que no estés entre
mis dedos. Corre la puta frase por mi conciencia vencida:
“¡Compay!, vení conmigo”.
En las noches de insomnio me esperas
paciente; invades mi alma, soportas mis quejas. Después, el sueño me vence...
no te inquietas, aguardás que despierte, y como siempre muy cerca; para
consolar los fracasos, para acompañar
los vacíos. Te oigo, o eso intuyo, porque tu voz no es de este mundo, y aún
así, te entiendo:
“¡Compay!, vení conmigo”.
Al levantarme de la cama, presto a comenzar
un nuevo día, ¡te maldigo! Escupo tu tóxico aliento y abro paso al aire fresco…
pronto vuelvo a emponzoñarlo, tu hechizo insano me gana y no soy capaz de
arrojarte fuera de mis entrañas. Me ocupa tu repiqueteo, y aún que sé que es
obsesión, vuelvo a echarte otra vez de menos:
“¡Compay!, vení conmigo”.
El índice y el corazón, amarillos. Dientes
de color del lodo rodean la lengua mancada. Mal sentenciada la garganta avisa,
no la atiendo. Presiento que chancan los bofes por los mil puchos gastados.
Patentes las cicatrices, tatuado por tus estigmas; soy un avocado a la muerte
en tu compañía. Con las sienes rebotando, comprendo la indicación:
“¡Compay!, vení conmigo".
¡Sos un chamuyero, pará ya de embolinar la
perdiz! Ni el de antes, ni el de después. Ni el primero, ni el del café.
¡Ninguno me sabe bien! A más de soltar pesos, me empujás al ataúd.
¡Pinche amigo cabrón!, para ir al agujero,
puse ya una condición: En el bolsillo de la camisa, por si me da la ansión,
quiero un paquete entero, y por si acaso voy al cielo: ¡un chisquero!, en el
del pantalón.
fecarsanto 2013
aquí puedes acceder al ÍNDICE del borrador de"LOS NUDOS DEL HAMBRE"