jueves, 18 de noviembre de 2010

los nudos del hambre

LA DIESTRA

fragmento V

Omar, admiraba a muy poca gente, tenía el culo pelado de ver “héroes” de tres al cuarto o solo de boquilla, ya llevaba, más de dos lustros, entregado a su fe, el Mulá. Este le hizo renacer, si, le puso en su sitio.
 Desde que se acordaba, se ganaba la vida trabajando en el país que había nacido, allí nadie le consideraba como un igual, ¿era su culpa que sus padres fueran moros?
De niño le vacilaban por las creencias de su familia, las barbas de su padre, por el atuendo de su madre y hermanas, en fin, ¡por moro! ; Él preguntaba en casa y tampoco le aclaraban  nada.
“Somos distintos”, era la respuesta.
Pero a medida que transcurría el tiempo las diferencias se agrandaban y, él no encontraba su lugar. En su propio país, se sentía y le sentían como a un extranjero, no un extranjero normal, no, ¡un ladrón!, O un...  vete a saber que, ¡uno de las “pateras”!
De cargador de muelles a carnicero, de camarero a camionero, siempre trabajando ¡cómo todo el mundo! Pero él no era normal, él era “el puto moro”,
Alicante, Tánger, Sevilla, Madrid, A Coruña, Barcelona, Marsella, Paris, y otra vez,... Tánger, siempre “el puto moro”.
 Parecerá que fue adrede, del sur al norte, y vuelta al sur, pero simplemente era..., donde encontraba trabajo, ¡allá iba!
No era ningún fanático, ni tan siquiera, un perfecto cumplidor de su religión, simplemente, de niño, en su más cercano entorno, era lo que le enseñaron, ¡lo que mamó!
Omar procuraba cumplir con su credo, pero nada más; No comía cerdo, los católicos en cuaresma no comen carne, ¡siempre qué no paguen la gula!, Y no pasa nada.
No bebía ni fumaba, no era bueno para la salud y... ¡qué ostias! No le gustaba.
¿Qué clase de fundamentalista iba a ser, si su bebida preferida era la Coca Cola?
Aquel día en Tánger.
¡Lloraba en aquel banco de madera!
¿Era eso un delito?
¡Un “puto” y frió mensaje al móvil!
 Ayer murió tu hermana. No vengas
 Su familia tampoco aceptó que quisiera ser normal.
“Estoy tan cerca, y... una mierda de mensaje”
Le provocaron.
 Esos dos turistas macarras y “colocaos”, le provocaron.
- Eh... “moraco”, ¿tienes “costo”?
- No, no fumo, “pasar de mi”, contestó Omar, sin levantar siquiera la mirada
- ¿Y a mí que cojones me importa si fumas?, le zarandeó uno de ellos
Omar se levantó del banco para marcharse, encogido por la pena, no les debió parecer gran cosa a los dos matones y volvieron a increparle:
-¿No me has oído?, “Muerto de hambre” ¿”Costo”? ¿“Chocolate”?. ¿“Porros”?.¿Me entiendes?

El Moro hacía tiempo que tuvo que aprender a defenderse, su adolescencia estuvo salpicada de peleas, día si y día también. Hacía tiempo que comprendió que a pesar de su descomunal fuerza no solucionaba nada, daba igual que hoy “ostiase” a dos que a tres, mañana, en otro lugar, con otra gente, seguiría la misma historia. Procuraba evitar el uso de la fuerza, aunque a veces, no le faltaban razones.
No peleaba desde los diecisiete años...
- “Galufo de mierda”
Es lo último que oyó, antes de sentir en sus riñones el terrible impacto de un cadenazo, que lo mandó, de bruces al suelo.
En su mente, solamente retumbaba una palabra,” ¡Galufo!” Su mote, el mote de cuando era niño, “¡Galufo!” La palabra que más podía vejarlo.
Toda la pena que llevaba en su alma, toda la impotencia por no estar en casa, por no poder despedirse de su hermana, se transformó en odio, no le dolían las patadas y cadenazos que estaba recibiendo, no escuchaba siquiera, los demás insultos que le proferían, en su corazón, en su cabeza, en su ser, solo oía: ¡”Galufo”!.. ¡”Galufo”!
Omar, de un salto, se levantó, al vuelo engancho la pierna de uno de sus oponentes y tiró con fuerza arriba y a la izquierda, al mismo tiempo con su antebrazo golpeaba en la rodilla del atacante esta chascó como si fuera una patata frita de bolsa; mientras tanto, el otro enemigo, rodeaba su garganta con las cadenas, apretaba con todo el espíritu, apenas para lacerar el potente cuello de la bestia, “¡Galufo!”,” ¡Galufo!”... su cerebro repetía una y otra vez. “¡Galufo”!,” ¡Galufo!”... aprisionó, con sus manazas, el cuello de su agresor, justo por debajo de la nuca, y tiró de su cabeza como si quisiera arrancársela de los hombros, el sorprendido “porrero”, voló por los aires y aterrizó delante de Omar, un brevísimo instante de cordura de este, fue suficiente para que el provocador sacara una navaja y abalanzándose sobre él gritara:
  -“¡Moro, “hijoputa”!.Te voy a rajar
El Moro, apresó la muñeca asesina y la retorció sobre la espalda de su oponente, puso al mismo tiempo, todo su odio en un brutal cabezazo que dirigió al entrecejo del rival…este, se desplomó como un saco.
Entonces, se dio cuenta de la situación, estaba en la parte de atrás de un complejo hotelero para turistas, dos de ellos yacían en el suelo, uno con la pierna rota y el otro, con la cara en un mar de sangre, y en el mejor de los casos..., sin conocimiento.
De pie, estaba..., Omar “el Puto Moro”.
Frío, comenzó a sentir frío.
Su cuerpo no controlaba la temperatura, empezó a notar un sudor ácido y gélido, todo su ser quedó destemplado.
Algo agudo y lacerante le recorrió por entero, traspasándole nervios, músculos y huesos.
De repente...
De repente percibió el miedo.
Una voz ronca y dulce, pero muy firme le dijo:
-Sígueme
Omar, ya no era bestia, era un hombre acojonado que acababa de matar a otro, o eso al menos pensaba él.
- Sígueme, o ¿quieres que te empapelen?
Caminó detrás de la silueta gris hasta una casa baja, cerca de allí.
-Gracias, ¿por qué hace esto?

Sin prestarle la menor atención la silueta se giró sobre si mismo, cerró la puerta de la casa, y le ordenó:
-Entra en el baño, lávate y cámbiate de ropa
Si, era una orden, pero dicho con esa voz, parecía un ruego, un favor que no se podía dejar de hacer, pasó al aseo, se desnudo y entró en la media bañera de albañilería, abrió la ducha, y el agua fría  se estrelló contra su cabeza y cuerpo, limpiando no solo la sangre seca sino también la parte de odio que todavía quedaba, poco a poco, el remordimiento ocupaba cada uno de los poros de su piel.
Diez minutos después, un hombre con acento extranjero, no occidental, le dijo en un imperfecto español:
- Mulá te dice a ti: pon ropa, sal fuera, comida
Dejó encima de un taburete ropa vieja pero limpia y se llevó la ensangrentada.
Omar se vistió y abrió la puerta, como si lo estuviera esperando, la silueta gris volvió a ordenarle:
-Siéntate y come, luego descansaras en una de mis camas
Sentándose, Omar pregunto:
-¿Quien eres?, ¿Que quieres de mi?
-¿Te he preguntado yo a ti quien eres tu?, ¿Acaso te he pedido yo algo? Esta noche he visto como el odio puede convertir a un inocente en una bestia, voy a convertirte en una bestia inocente.- abandonando la habitación, terminó la conversación – Come y descansa, mañana hablaremos.
“Descansa...”, la cabeza de Omar era un volcán, ¿”como puedo descansar...”?
 ¡Le iba a estallar!, ¡Su cabeza, iba a estallar!
Despacio, muy despacio, el somnífero administrado en la sopa, hizo su trabajo.
Cayó en un sueño poco reparador, sabes cuando duermes y te levantas con la impresión de no haber descansado.
Toda la noche su cerebro se empeñó en recrearse en la cara sangrante del turista, mezclando absurdamente la llamada de su hermana desde algún lugar igual de absurdo, cambiando continuamente de rostro, ahora era el turista, ahora su hermana, ahora... la sombra gris... y repetía esa visión, una y otra vez.
Sentía pánico ¡hasta en sueños!  
Aún era muy pronto, pesadamente, se levantó, se dirigió al lavabo. Todo estaba meditado, ya la había decidido:
“Voy a la embajada, me entrego, cuento mi versión... al fin y al cabo, soy ciudadano español... nacido y criado...”Advirtiendo, lo idiota de su propio razonamiento, se rebatió a si mismo en voz alta:
-¡Que “güevos”! ¿A quien “cojones” pretendo engañar? Soy un “moro de mierda” que ha  “ostiao”, como poco, a dos ciudadanos, ¡ellos si! ¡Ellos si que son ciudadanos! No yo, por mucha  “gilipollez” que ponga en mi carné.
En sus ojos, brillaban lágrimas de ira, estaba convencido, al último macarra, lo había matado. Continuó, a viva voz, reprochándose:
-Mi familia “mora” vive en este país de “moros”. Y aquí, se respeta al turista, la hospitalidad para el que viene con euros está asegurada. Y no, no se pone por delante de la dignidad de un “puto moro”. -o eso, creía, él.- Encima, ¿qué voy a decir? He venido a ver morir a mi hermana, he llegado tarde, y mi familia, no me deja entrar en su casa. Puedo decir también:

Soy un “puto moro español”, he venido a visitar a mi familia, que tuvo que abandonar España, por tener pinta de “moros”, nada mas que se han enterado que estoy aquí, me han advertido que no vaya a su casa, la casa de mis abuelos, ¿por que? Por que tengo pinta de “cristiano”.
Y mientras mi hermana de cuerpo presente...
Y  yo... yo me dedico a...
- Cállate.-El Mulá le estaba mirando.-Cállate, Omar.
Se quedó descolocado, en su momento de ofuscación, no se percató de la llegada de su extraño encubridor, y cuando, escuchó de sus labios, su nombre...
- ¿Quién es usted?-acertó a balbucir
- Yo soy la respuesta a todas tus preguntas, soy quien, si tu quieres, va a enseñarte tu destino.
Esa fue la seca y pronta respuesta del Mulá, continuó hablándole, con una voz dulzona pero al mismo tiempo, autoritaria, muy autoritaria, sin darle tiempo a reaccionar.
-  No tenemos mucho tiempo, hace algunos años, mi buen amigo Abdel...
- ¿Abdel?, ¿Que Abdel?- cortó Omar, sospechando que sabía perfectamente a quien se refería.
- Si. Abdel, tu abuelo, hace tiempo, en Córdoba, trabajó a mi servicio, ¡esa es otra historia!-contestó el Mulá.-Él me dijo tus inquietudes. Él me habló de tus dudas. Él te puso en mi camino.
- Pero... ¿por qué?-todavía incrédulo.- Mi abuelo no sabía...
- ¿Por que, preguntas? Acaso no conoces tu, tu vida. Y el lugar, la situación, que más da; tarde o temprano, algo de esto hubiera pasado
Sentenció el Mulá, y como si toda esta conversación no hubiera existido, apremió:
-Prepárate, a mí anoche no se me había perdido nada en tu bronca, Omar, te conozco mejor que tu mismo... ¡Dame una sola oportunidad!, mejor dicho, ¡tienes una sola oportunidad! Prepárate, no tienes nada que perder, te voy a sacar de aquí... conversaremos... y al final, tu tienes la última palabra.
La maquinaria mental del fugitivo, le facilitó la solución rápidamente.
La lógica respuesta, la única respuesta que el Mulá aceptaría y, al mismo tiempo, la única que Omar, yo que sé por que, quería dar:
- Tiene razón, no tengo nada mejor, ni peor que hacer.

fragmentoV



LOS NUDOS DEL HAMBRE puedes comprarlo (7.50€ +gsatos envio en www.lulu.com

INDICEhttp://fecarsanto.blogspot.com/p/los-nudos-del-hambre_02.html