jueves, 31 de marzo de 2011

los nudos del hambre

SICARIOS DEL AMOR
FRAGMENTO XXI
En el comedor de la casona medinense el aparato televisor quedó mudo por orden de los infrarrojos del mando que manejaba el Mulá, aún así, los dos hombres seguían con la mirada clavada en la pantalla silenciosa.
Abul, de nuevo, tomó la palabra.
- Ahora Dimas, o Gamal, como sé te gusta que te llamen, te toca a ti.- con un tono paternalista pero firme, muy firme, el Mulá retomó la conversación.- Gamal Said, tu hora ha llegado.
Gamal, quedó sentado y apocado por lo visto en la televisión; la trascendencia de las ocupaciones, la magnitud que todo aquello estaba tomando. Él pudiera haber imaginado un golpe al hígado de la civilización occidental usando pordioseros, desfavorecidos, indigentes, “sin papeles”...
Pero nunca de esta manera, podría haber imaginado ataques suicidas, bombas en lugares estratégicos, incluso llegar a las capas mas desfavorecidas de algún país del primer mundo y fomentar alguna case de huelga salvaje, pero esto ¡y así de fácil!
No entendía de ninguna de las maneras la congregación por que sí de toda esa gente, no comprendía la laxitud de la policía y, además, ¿Que coño demandaban?
Lo que sí tenía claro es que era la Obra, era una parte de aquello para lo que se habían preparado y deseado, sin saber en que consistía. El jaque mate dado al gobierno español era plausible ¿Cómo reaccionaria? ¿Cómo podría hacerlo?
Miles de personas vagaban por las aceras de España ¿quien sabe que ofrecerles para que vuelvan a sus casas?
El Mulá pasó su brazo por los hombros del atribulado Gamal, y casi en un murmullo le explicó.
- Tienes un montón de preguntas de las cuales yo tengo la respuesta, aunque creo que no acometerías bien tu papel si las conocieras, si, te voy a dar una explicación general, pero tú mejor que nadie sabes cual es tu papel. Has sido entrenado para ser el líder de los descalabrados de la sociedad, solo te pido que actúes como tal.
- Mulá, sé lo que soy y gracias a quien lo soy.- Gamal intentaba entrar en situación.- ¿Pero que pretende? ¿Tengo que enardecer los ánimos a esa gente? Yo estoy dispuesto a lo que se me ordene, pero me encontraría más capaz si supiera a que atenerme.
El Mula Abul encontró por fin el acatamiento que esperaba e intentó tranquilizar al antiguo Dimas.
- No, ni muchísimo menos, no quiero que caldees el ambiente, pretendo que tú seas la cara y la voz de esa masa sin rostro ¡Que pidas! ¡Que exijas! Lo mismo que te hemos enseñado a pedir y exigir durante todos estos años.
El revolucionario inculcado en las entrañas de Gamal iba asomando, la fe en la Obra y en el Mulá le ordenaban hacer lo que estuviera en su mano por su gente, por sus amigos... si es que tenía alguno y admitiendo... que alguien era “su gente”.
El silencio de la dependencia trasmitió las sensaciones de los dos hombres, ni el uno ni el otro hablaban, daban tiempo a sus cerebros, digerían los acontecimientos desde sus respectivos puntos de vista, abrían sus mentes para lo que estuviera por llegar…
El Mulá se acomodó junto a su soldado y acunó con sus palabras el trabajo de los suyos.
- Crees acaso que las ocupaciones fueron espontáneas, cientos de los nuestros: hombres, mujeres y niños las iniciaron, sin una palabra más alta que otra, sin un mal gesto, ¡esas eran las órdenes! Tú sabes quien es Ismail, pero ellos no, ¡ni deben saberlo! ¿Crees que la casualidad ha sorprendido a los reporteros de su programa dentro de la olla a presión? Y más aún ¿También crees que los protagonistas acceden a sus cámaras por fortuna? Fíjate en lo que te digo, la mujer de la camilla se llama Zoraida, su bebé Aláin, son cubanos, sin papeles y ella explotada como sirvienta por un dentista de Colmenar.
El Mulá indicó de nuevo la televisión, convertida en ventana a su Obra.
- Lee, ahora sabrás por donde van los tiros y hasta donde llega mi control.

En la parte baja de la pantalla, aparecía una frase por la parte izquierda deslizándose hasta desaparecer por la derecha, para volver a comenzar, en un amarillo fosforito sobre fondo azul, para hacerla destacar aun más:


“ESTA NOCHE A LAS 22 h: ZORAIDA, LA MAMÁ DE LA CAMILLA
“... Vine buscando el futuro de Aláin, mi niño...”
“... ese hombre me engañó, por unos papeles que nunca llegan...”
“... soy su enfermera, su chacha, su puta...”
“... él dice: te doy comida y un techo ¿Encima querrás cobrar?...”


La cara de Gamal era, literalmente, la de una estatua. Buscando la figura del Mulá masculló apenas una pregunta.
- ¿Que debo... hacer?
- Vas a salir dentro de un rato en compañía de Omar, te llevará a tu destino, sabes que con el Moro no tendrás ningún problema.- le tranquilizó Abul.- Te escoltará hasta un lugar donde te esperan los mismos asesores que otras veces te han ayudado ¡bueno, es posible que haya alguno nuevo! No importa. Como siempre cíñete a sus consejos ¡utiliza tu rabia! Utilízala como ellos te indiquen ¿no me vas a fallar? Sé que tú no nos vas a fallar.
El Mulá, grababa ideas y conceptos con frases cortas y secas, usando preguntas y aseveraciones para construir sus monólogos, por fin le recomendaba.
- Si tienes momentos bajos, acuérdate de esta comida, en el Campo día sí y día también, el estomago lo llenábamos con sucedáneo de sopas de ajo. ¡Hacíamos fiesta! Si acaso un día teníamos guisado con patatas. Hoy hemos comido lo que a muchos millones de personas nos niegan ¡no queremos manjares! Simplemente comida ¡comida de verdad!
Gamal estaba dispuesto para la batalla, dentro de sí no albergaba duda alguna, su papel había comenzado y estaba dispuesto a llevarlo a cabo sin ningún titubeo, su mente era de la Obra y no existía interrogante alguno que sembrara desconcierto en aquel sicario de las sopas, sin embargo, su corazón acogía un lunar, una mácula en su memoria que quería lavar.
Se colocó de pies frente a Abul, dirigió su mirada, implorante ahora, hacia el Mulá y sin rodeos ni cortapisas le confesó su angustia.
- No sé nada de Samuel, mi hermano. Le pregunté a León y quiero creer que se hizo el tonto ¿ha muerto?

El Mulá no encajó pronto la pregunta, su silencio y su mirada evasiva le delató a ojos de Gamal.
Abul se sorprendió, si, quizás la pregunta fuera lógica en cualquier relación normal, pero aquí ¡no! La Obra, su Obra, debería estar por encima de todo, por delante de parentescos de sangre y pamplinas parecidas que simplemente son accidentes biológicos, no deberían existir filias ni fobias al margen de las dictadas por él.
Por otro lado estaba León ¡qué hábil era el condenado! No necesitaba ninguna orden específica para optar por la respuesta mas apropiada. El Mulá recobró su aplomo perdido apenas unos segundos.
- Samuel, ¡debes estar orgulloso de él! Es sin duda uno de nuestros hermanos mas comprometidos, en su momento, te daré noticias suyas.
La repuesta no sacaba de la incertidumbre a Gamal pero recalcaba la idea de gran familia, el Mulá repitió.
- Acuérdate quien te ha tratado como padre para que tengas claro que no puedes elegir hermanos, muchos de mis hijos han dado su sangre para que hoy su hermano, ¡tú! Gamal estés aquí.
fragmento XXI
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