jueves, 21 de agosto de 2014

Mejor que nada

Ya no amanece un nuevo día, se suceden jornadas clónicas y monótonas que van engordando la edad del ser humano a la par que alimenta la costra que sepulta su ilusión. Vivir ha dejado de ser una aventura temeraria para convertirse en una desazón cotidiana por sobrevivir. Miles de millones de personas se levantan cada mañana de sus camas con la consigna de  efectuar una tarea repetitiva y carente de emociones que les permita seguir cobrando un salario.

Los brazos caídos y la tristeza que emana de sus ojos descubren al buen observador el desánimo del hombre acomodado en el vagón. El madrugón cotidiano hace mella en su fortaleza y los párpados, por fin, se rinden.

— Buenos días —un saludo autómata apenas le despierta—. Billete por favor.
Revuelve en la bolsa donde trasporta el uniforme del trabajo, tarda algunos segundos, lo hace adrede para poder observar la mirada impaciente del revisor. Saca una cartera nueva repleta de documentos y tarjetas inservibles en su mayoría, como si supusiera una dificultad tremenda extrae el pedazo de cartulina que sirve como bono de diez viajes de tren. No lo ha formalizado en la taquilla, ni tampoco en las máquinas aparentes para ello, nunca lo hace, siempre cabe la posibilidad de que no pase el funcionario y ahorrarse, para otro día, el pago de uno de los diez viajes del bono.
— No tuve tiempo de "picar" —miente el pasajero mientras entrega su boleto— .  He llegado "justito" y no quería perder el tren y llegar tarde al trabajo.
La expresión "perdonavidas" del revisor deja claro que no le engaña y que si lo pasa por alto es por que no tiene ganas de montar gresca tan temprano.
—Hoy pase, pero no se acostumbre que esto tiene multa... se lo perdono por que me pilla con buen día.
El aire de suficiencia molesta al viajero que se ve a si mismo derrengado en el asiento del tren. Parece, de pronto, sufrir un ataque de dignidad y envalentonado replica: 
—Ya le dije que se me hacía tarde...
—Pues no se queje y madrugue. Tener trabajo en estos tiempos es una lotería —corta el ferroviario y sentencia—. La próxima le cobro un billete completo.
—Son las seis de la mañana y volveré a mi casa a las once de la noche con un un sueldo que me obliga a maquinar la manera de ahorrarme un par de euros, pero tiene razón: al menos yo tengo un "curro".
El hombre que acude al empleo recoge el bono formalizado y deja que sus brazos cuelgen sin ninguna tensión, cierra los ojos resignado mientras que un gesto de derrota maquilla su cara.

SimonTenplas 2014
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