jueves, 11 de noviembre de 2010

EL PODER DEL HAMBRE

fragmento II




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- Necesitaré personal para la intendencia, alguna enfermera y poco más.
Exigió Abul a los hombres que le escuchaban atentamente.
Todos ellos vestidos de marca y a la manera occidental, aun cuando, mirando los rasgos físicos de cada uno, se les apreciaban características de diferentes lugares del planeta. Uno de ellos, Stanley, anglosajón, vestido con traje y zapatos negros, impecable en sus formas y modos; el que al parecer ostentaba el mando, abandonó su sillón y se dirigió a Abul:
-Si como dice, veremos resultados, por dinero, no va a quedar, Mula Abul. Adelante con su proyecto.
Abul, sin más ceremonia, les dio la espalda y abandonó la suite. No es que tuviera prisa, simplemente no era capaz de disimular, delante de esos memos, la sonrisa que se dibujaba en sus labios.
En la puerta, Omar y sus hombres, vestidos exactamente como el Mulá quería que lo hicieran si debían de acompañarle a este tipo de reuniones, le estaban esperando. No era la mejor forma de ejercer de guardaespaldas, pero, donde hay patrón, no manda marinero.
Él les obligaba a vestir con ropas de un exagerado acento musulmán.
Rodearon al Mulá, entraron dentro del ascensor y bajaron al rellano.
Eran los únicos que habían acudido a la reunión del prestigioso hotel londinense sin disimular lo que eran, musulmanes, o tal vez... entre ellos... si hubiera alguien disfrazado.
El extraño grupo, cruzó rápidamente por delante de la lujosa recepción del hotel, se encaminaron a tres grandes coches negros blindados, Abul y Omar, subieron en la parte de atrás del vehículo situado en el centro, partiendo a gran velocidad.
La sospechosa comitiva tomó dirección al aeropuerto.
En el mismo momento, en la suite del hotel:
- Este zorro taimado prepara algo.- Avisó uno de los asistentes a tan peculiar reunión.
- Yo, personalmente, no confío nada en él. No hay ningún erudito musulmán que comparta sus doctrinas, y mucho menos, que le den el grado de Mulá. Es un vendedor de humo, un charlatán de feria.-añadió otro, en tono despectivo.
- Ese hombre, del que ustedes tanto recelan, lleva diez años proporcionando soldados a sus ejércitos. Sin los "guerreros de la gloria", que les proporciona, ¿donde estaría la estabilidad de vuestros gobiernos y empresas?
- Sin este "vendedor de humo", mis superiores, hace tiempo que se habrían olvidado de todos ustedes.-les rebatió Stanley, este era uno de sus múltiples nombres, y continuó.- si el Mulá Abul dice que necesita dinero para su proyecto, ustedes, van y dicen, a quien corresponda, que pague ese maldito dinero, y para dejar zanjada, de una vez por todas, la cuestión de celos y suspicacias, no se preocupen, el Mulá... también esta vigilado.
Mientras abandonaba la reunión, dándola por terminada, Stanley, se giró, y añadió con cierto tono entre suspicaz y enigmático:
- No lo olviden, él también... está vigilado...
El boeing 727, rasgaba los cielos con dirección al norte de África.
En la clase más cara del avión, en dos asientos separados del resto del pasaje Abul le manifestaba sus intenciones a Omar:
- Hubo un día que me preguntaste que quería de ti, a medida que me has ido conociendo, te has dado cuenta que no deseo nada, pero… ¡hay algo que si anhelo!, Quiero algo para ti, quiero que tu encuentres tu lugar, tu sitio en el mundo.
- Mulá, hace tiempo que yo sé donde está mi lugar, mi puesto está aquí, a su lado
- No amigo, no. Tú puedes hacer por este mundo, mucho más. Donde te voy a enviar, si me serás de verdadero valor, no aquí, pegado a mi chepa.-continuo Abul.-La Obra, te lo he explicado miles de veces, ha comenzado.
- Lo que usted me pida haré. Cumpliré hasta el más mínimo de sus deseos, pero, por favor, no me aparte, déjeme estar a su lado.-suplico Omar
- ¡Mientras tú dedicas la vida a mi Obra! ¿No voy yo a estar a tu lado?-se enfado el Mulá.- No solo estarás a mi lado, ¡serás parte de mí! ¡Parte de mi Obra! ¡Parte de mi ser!
- No se enfade, sabe que no me gusta nada la idea de no verle todos los días, de tener que compartir sus enseñanzas. Pero también sabe, que estoy preparado.
Entre ambos, se hizo un silencio, el Moro esperaba con ansia, que su maestro lo rompiera.
Él no comprendía muy bien su misión, pero la acataba. Le hubiera dado igual lo que le pidiera, si el Mula le comentara: "Cíñete en cartuchos y, pum...", sentiría molestia por lo mismo, y rogaría, de igual manera:
"Déjeme morir cerca de usted".
Para nada importaba su vida, desde el día en que lo conoció, solo existía Abul, lo que este ordenara, dijera, soñara... imaginara.
El Mulá, era su verdadera vida.
- Omar escucha, cerca del recinto, hay una pequeña aldea, en ella vive una monja o ex-monja cristiana, se llama Fausta, es española, cuando los misioneros abandonaron el Campo, ella optó por quedarse donde creía que se la necesitaba. Dila que vas de mi parte, no tendrás ningún problema. En ella y en ti, tengo depositadas mis esperanzas.- le explico, el Mulá, ya mas calmado.
- ¿Una monja cristiana?-Omar, ¡no daba crédito!
- ¿Cuantas veces debo decírtelo? ¿Que es cristiano? ¿Que es musulmán? ¡Toda la vida sintiéndose marginado! Y... ¿Ahora?... ¿Quién es el que margina? ¿Cuál es mi Obra? ¿Es que acaso aún no has comprendido? ¡Mi Obra es para personas!
Ahora si, ahora Abul, si estaba enfadado.
- Tiene razón, a veces parezco idiota, perdóneme. Mañana, tal y como lo hemos hablado, partiré para la aldea.
Quedaron en silencio, aunque, sus sueños vociferaban; Omar, soñaba con ayudar al Mulá, y este, con ayudar al mundo.

"LOS NUDOS DEL HAMBRE" fragmento II

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece un relato brusco, pero tengo interes en ver de que va esto

GALLEGO dijo...

Brusco? Lee con atención y descubrirás que de brusco tiene mas bien poco. A mi de momento ok! Prosiga FECARSANTO

Anónimo dijo...

Interesante.Para cúando el pròximo capitulo?